domingo, 16 de noviembre de 2014

"Interstellar" o la física cuántica de las emociones

Título: Interstellar. Director: Christopher Nolan. Países: USAReino Unido. Año: 2014. Duración: 169 min. Género: Ciencia-ficción. Interpretes: Matthew McConaughey (Cooper), Anne Hathaway (Amelia), Jessica Chastain (Murph), Michael Caine (profesor Brand), Bill Irwin (voz de TARS), Casey Affleck (Tom), Topher Grace (Getty), David Oyelowo, John Lithgow (Donald), Ellen Burstyn (Murph anciana), David Gyasi (Romilly). Guion: Christopher Nolan y Jonathan Nolan. Producción: Christopher Nolan, Lynda Obst y Emma Thomas. Música: Hans Zimmer. Fotografía: Hoyte Van Hoytema. Montaje:Lee Smith. Vestuario: Mary Zophres. Distribuidora: Warner Bros. Pictures International España. Estreno en España: 7 Noviembre 2014.

Película que como la mayoría de las cintas de Nolan gustará a algunos y horrorizará a otros. Nadie le puede negar a Nolan sus apuestas arriesgadas. Ahí están "Memento", "Origen", etc para certificarlo. Y esta es una de sus apuestas más arriesgadas. En "Interstellar", (atención, spoilers), se nos cuenta como nuestro planeta se encuentra en un estado de deterioro ambiental importante (quizás se echa en falta un mayor ímpetu visual en hacernos vernos la catástrofe planetaria). Nos encontramos en un mundo donde tiene mucha más importancia y valor un granjero que un científico o un militar, pues de él depende la generación de alimentos para la especie. Cooper es un antiguo astronauta reconvertido en granjero. Vive con sus dos hijos, aunque la niña de sus ojos es Murph. Murph vivirá unos extraños acontecimientos en la biblioteca de su casa, ella les llama fantasmas aunque parecen responder a algún tipo de fenómeno gravitatorio. Serán esos fantasmas los que pongan en contacto a su padre, Cooper, con una secreta instalación espacial de la NASA dirigida por el profesor Brand que revela a Cooper la importancia de la misión que está punto de emprender.

Al parecer apareció hace algunos años, más allá de la órbita de Saturno, una especie de portal, un agujero de gusano, colocado allí de forma artificial por alguien, "Ellos", un agujero de gusano que les permitirá viajar a otra galaxia, a 1.000 años luz de distancia. De hecho ya han enviado a otros exploradores de los que poco o nada se sabe. En esa galaxia Cooper y el resto de la tripulación de la misión encontrarán varios planetas con diferentes condiciones ambientales: un planeta que es un inmenso océano donde se producen olas gigantescas, un planeta árido y frío donde se congelan las nubes y todos ellos sometidos a un efecto de contracción del tiempo por la cercanía de un agujero negro que hace que unos minutos en esos planetas sean años fuera de ellos y en la Tierra.

Cuando la misión de exploración de los planetas parece que va a fracasar, en buena parte por los salvajes instintos de lucha y supervivencia del propio hombre, cuando descubrimos que la misión que proyectaba el doctor Brand no tenía por objetivo evacuar la tierra, sino, como mucho, plantar la semilla humana en el espacio, hecho que provoca en Murph una profunda convulsión mental y una tremenda sensación de abandono, asistimos al momento cumbre de la película. Cooper encuentra, por así decirlo, su "Monolito", (haciendo un simil o referencia por analogía a la película "2001, una odisea del espacio" con la que algunos han comparado a ésta), encuentra un espacio tridimensional sobre un mundo pentadimensional en el que el tiempo es una dimensión física observable y mensurable, un espacio desde el que logra interactuar con el pasado y el presente de su familia y de su especie. El era el fantasma que había sentido Murph de niña y que pretendía comunicarse con ella. El logrará conectar con su hija, a través del espacio y del tiempo, mediante un sencillo código morse, utilizando el reloj que le regaló de niña como un elemento de conexión no sólo emocional sino cuántico. Con la ayuda del ordenador de la nave logrará transmitirle a su hija la fórmula para cambiar el pasado-presente de la tierra, y evitar la catástrofe.

"Ellos" no son más que la propia humanidad en un lejano futuro en el que habrán sido capaces de entender y manipular las diferentes dimensiones, las cuerdas cósmicas, el tiempo. Cooper es rescatado en la órbita de Saturno, despierta en un futuro cambiado y en una emocionante escena le vemos despidiéndose de su anciana hija. Tras dicha despedida reemprende el viaje, con sus 124 años terráqueos, aunque su apariencia sea la de un treintañero, al lejano planeta donde dejó a Amelia, la hija del doctor Brand, con el fin de iniciar una nueva odisea: la de la conquista y expansión de la especie humana por otros mundos del universo.

La película es excesivamente larga, casi tres horas, pero en pocos momentos se hace pesada. La película no es perfecta pero para mí se erige, con todo merecimiento, en uno de los grandes estrenos del año. La han comparado con la obra de Kubrick, pero a diferencia de aquella, que por muy clásica que sea, no deja de ser un tostón con ínfulas de transcendencia, en esta se combinan de forma admirable la metafísica, el drama emocional, la física cuántica y el destino de la humanidad como individuo y como especie. Al final es el amor el que mueve y redime al mundo y al individuo transcendiendo las fronteras del espacio y del tiempo. Será el deseo de Cooper de volver a ver a sus hijos y de Murph, que siempre confió en volver a su padre, el detonante del hecho transcendental que supondrá un cambio en sus vidas y en la de la especie.

Quizás por eso me ha gustado tanto. Y quizás por eso mismo no guste a muchos. Tal vez sea una propuesta demasiado ambiciosa y esa misma ambición por ser una película total provoque que deje algún que otro cabo suelto, pero pocas películas como ésta nos planteen dudas e interrogantes tan importantes como las de que somos, quienes somos, de donde venimos y a donde vamos. La película cuenta con unas magníficas interpretaciones, especialmente por parte de Matthew McConaughey, como Cooper y de Jessica Chastain,  como Murph, sin desmerecer la actuación de algunos secundarios de lujo como Michael Caine como el doctor Brand y de John Lithgow como Donald, el suegro de Cooper. Música atronadora pero perfectamente ajustada de Hans Zimmer. Guión sin apenas fisuras, a cargo de Christopher Nolan y de su hermano. A pesar de su larga duración cuenta con un ritmo adecuado y algunos climax sabiamente colocados a lo largo de la cinta. No es una película de grandes efectos especiales, a pesar de contar con 165 millones de presupuesto, ni tampoco los necesita. Importa más el fondo, el contenido, el mensaje que la forma. Y por todo ello mi calificación para esta película se acerca al sobresaliente.

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